Rosa Crespo | “Las mujeres han dado un cambio radical en estos 31 años. Se empoderaron”

La Asociación de Mulleres Rurais Albor de Valga nació en 1993 cuando, explica Rosa Crespo, hubo un “boom” de este tipo de colectivos. Taichí, pintura, labores o cristal Tiffany´s no son solo cursos donde aprenden lo que puede derivar en una salida laboral sino espacios de reunión donde se acompañan y “lo pasamos de maravilla”

Rosa Crespo entra en la redacción de Diario de Arousa con una cesta llena de camelias de todas las clases que tiene en su huerta. Viene a hablarnos de los 31 años de vida de la Asociación de Mulleres Rurais “Albor”, de Valga, de la que es presidenta.

 

Cuéntenos por qué nos trae hoy estas camelias tan bonitas...
Es que estamos en plena época de camelias. Vilagarcía tiene mucha tradición y en Valga se dan de maravilla, entonces me daba pena venir y no traer unas cuantas.

 

Precisamente le iba a preguntar por la Muestra de la Camelia que hace la asociación, que ya ha cumplido su 16ª edición... 
Sí, hubo un parón en la pandemia pero luego se continuó y cada año reúne a más aficionados. Además la gente tiene un derroche de imaginación... Hacen cantidad de cosas. Resulta muy bonito y lo esperan cada año.

 

Para usted la camelia también es inspiración para sus cuadros...
Sí, pinto y pronto voy a exponer en el Centro Comercial en Vilagarcía. Empecé con las camelias pero ahora ya también hago paisajes y otras cosas.

 

Volviendo a la asociación, ¿cómo llega una mujer de Marín como usted a presidir una asociación de mulleres rurais en Valga?
Por el trabajo de mi marido, que es médico y era en Valga donde tenía la consulta. Nos establecimos allí y ya llevamos 36 años. Ya casi somos más de Valga que de Marín (ríe). Al año y pico de estar allí me ofrecieron pertenecer a la asociación, que se iba a fundar en ese momento.

 

 

Mulleres Rurais Albor
  | cedida 

Albor tiene ya 31 años, ¿no?
Sí, y ahora hay un resurgir de las socias, cada vez tenemos más porque dicen “hacéis excursiones, hacéis comiditas” y eso a la gente le gusta mucho. Y luego los cursos, que los lunes tenemos labores, los martes taichí, los miércoles técnica de cristal Tiffany´s y los jueves pintura, que llevo yo dando las clases 12 años con las mismas alumnas. Ya les digo yo: “Vosotras ya estáis licenciadas en arte” (ríe). Es un sitio de reunión donde lo pasamos de maravilla.

 

Claro, es que ya es quizás más la socialización incluso que la actividad en sí...
Exactamente. Además yo noto el cambio tan radical que han dado las mujeres. Estaban incluso poco acostumbradas a compartir. Uno de los primeros cursos que hicimos fue de tapicería, que fue un éxito tremendo. Pues sus herramientas las tenían solo para ellas, no compartían... Ahora no, ahora ya todo es de todas. El ambiente cambió muchísimo. Mejoraron ellas a nivel psicológico y físico, se envalentonaron y se empoderaron. Nos vino a todas muy bien.

 

Mencionó antes el curso de cristal de Tifanny´s. ¿Qué es?
La idea es esas lámparas de cristalitos, que son emplomadas y bastante oscuras. Pero lo que hacemos nosotras le dio un vuelco y es una cosa mucho más moderna. En mi casa lo puse en un rectángulo en la entrada, lógicamente con camelias (ríe) de colores. Hicimos también lámparas, regalos de boda, mariposas preciosas de colorines, apliques para la pared, pendientes... Son cristales que ya tienen esos colores y los conseguimos en Córdoba, que es el único sitio donde los hacen.

 

¿Qué necesidades tienen hoy en día las mujeres rurales?
Lo que necesitan son cursos que sirvan de trampolín para conseguir trabajo. Tenemos por ejemplo cursos de informática permanentemente, de hecho hace años con una subvención conseguimos ordenadores que los tenemos en un aula en el Auditorio de Valga.

 

¿Deciden ustedes los cursos o preguntan a las socias qué quieren?
En las asambleas siempre preguntamos qué cursos y qué excursiones les interesan y según los cursos que piden, la Deputación nos manda un listado y de ahí elegimos dos o tres y nos los conceden.

 

¿Por qué considera importante que sigan existiendo asociaciones de mulleres rurais?
Precisamente por el nombre: Asociación. Para que la gente no esté sola. La asociación te informa, te educa, te empodera.

 

Muchas asociaciones tienen problemas o con la financiación, o con las sedes o con el relevo. ¿Es alguno de estos el caso de Albor?
Ninguno. Cuando nos fundamos el alcalde nos dio un local que era una casa de los profesores, en Baño. Luego, cuando ya iba teniendo goteras y demás, nos dejó otro piso que es una maravilla porque tiene la peluquería debajo y siempre tenemos un olor muy perfumado (ríe). Además es de uso exclusivo nuestro. En financiación las dos ayudas que tenemos son la del Concello y la de la Deputación. Y luego las socias pagan 15 euros. En cuanto al relevo,  como nadie pide para entrar y las que están no piden para salir, en cada asamblea se renuevan los cargos, somos unas 12 o 13.

 

En estos 31 años, ¿cuál es su mejor recuerdo con la asociación?
Cuando hubo el cambio de las pesetas al euro tuvimos que andar de reuniones y nos pasó una anécdota muy simpática. Fuimos a Portugal cuando yo aún era secretaria y dijimos: “El portugués lo vamos a entender, que somos parecidos”. Pues cogieron carrerilla... y no entendíamos nada. Nos mandábamos dibujitos la presidenta y yo... No sacamos nada de lo que habían dicho. Nos reímos... Fue simpatiquísimo. 

Rosa Crespo | “Las mujeres han dado un cambio radical en estos 31 años. Se empoderaron”

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