Ribadumia acoge las prácticas de futuros voluntarios de Protección Civil, un papel en horas bajas

Una treintena de personas de Pontevedra y A Coruña asiste al curso de la Academia Galega de Seguridade
Ribadumia acoge las prácticas de futuros voluntarios de Protección Civil, un papel en horas bajas
Un momento de la formación y práctica en materia de extinción de incendios | CEDIDA

Una treintena de personas de la provincia de Pontevedra y algunas de A Coruña se concentraron ayer en Ribadumia para realizar las prácticas del curso de capacitación que ofrece la Academia Galega de Seguridade Pública para obtener el carné oficial de voluntario de Protección Civil. Precisamente, la de esta localidad actuó de anfitriona en esta jornada en la que se puso de manifiesto lo complicado de este papel altruista y que está en horas bajas.

 

A punto del desvanecimiento

Los aspirantes pusieron en práctica lo aprendido en la parte teórica, realizada en modo online, y recibieron diferentes formaciones. Empezaron con una sesión de cinco horas de primeros auxilios impartida por una doctora y una enfermera y que puso a prueba su aguante ante situaciones graves. Y es que además de enseñarles a realizar maniobras de reanimación y otras cuestiones básicas, les acercaron unas simulaciones de plástico de extremidades cercenadas y eran tan realistas que “algún case se desvanece”, explicó el presidente de la agrupación de Ribadumia, Andrés Otero. 


La jornada se completó con nociones sobre el manejo de las herramientas de telecomunicación y la extinción de incendios, que fue una de las partes más llamativas porque se crearon focos de fuego real mediante bidones cargados de combustible, para que los aspirantes aprendieran cómo emplear correctamente un extintor y todo lo necesario para garantizar que las llamas queden completamente extinguidas en un caso real.  

 

“Obsesión con que cobramos”

Otero, que actuó de coordinador del curso impartido por la Xunta, explicó que los alumnos acudieron “contentos”, pero no le  augura mucho futuro a las agrupaciones de Protección Civil. Recordó que se trata de una afición como otra cualquiera nacida del impulso de “botar unha man”, al igual que sucedería en el caso de una ONG. Sin embargo, lamentó el trato recibido en muchas ocasiones: “A xente ten a obsesión de que cobramos un soldo e no nos garda respeto e moitas veces nos insulta. E doe”. Seguramente les confunde la existencia de grupos de emergencias locales profesionalizados y donde sí hay una retribución económica. Han intentado zanjarlo con pedagogía, pero sin éxito. “Ata puxemos a palabra voluntario nos uniformes, pero a xente no  debe saber buscala no diccionario”, ironizó. 


El servicio sí supone un gasto en suministros ordinarios, equipos, vehículos... Pero el ribadumiense tampoco ve demasiadas ganas en las administraciones locales. “Non queren gastar cartos, pero tampoouco perder o servizo e se tes que andar a pedir limosna... Ao final a xente vaise queimando porque ten o seu traballo, a súa vida, e chegará un momento en que as agrupacións queden en mínimos ata quedar como unha simple asociación aí, no aire”. 


El ribadumiense lleva 26 años de presidente y en su casa todos son voluntarios, desde su mujer hasta sus tres hijos, así que sabe de lo que habla. La suya es una de las entidades con más miembros de Galicia al tener 30 efectivos, sin embargo, llegaron a ser medio centenar y no solo están presentes en situaciones de emergencia en las que, por ubicación, son los primeros en llegar, antes que los profesionales, a los que no pretenden usurpar. Trabajan mucho con Servizos Sociais, llevando alimentos, camas y grúas para personas sin movilidad... Y en ocasiones como la Festa do Tinto, donde son los ojos de la seguridad en la masa. 

 

 

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